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domingo, 17 de marzo de 2013

Liberación de los esclavos.




Durante las reuniones de la Asamblea Nacional Constituyente, los diputados José Matías Delgado, José Francisco Barrundia y Mariano Gálvez, propusieron la abolición de la esclavitud. La discusión decisiva de este asunto se llevo a cabo en la sesión del 31 de diciembre de 1823, cuando el diputado salvadoreño Doctor y Presbítero José Simeón Cañas pronunció el discurso que le hiciera famoso.
La cuestión del obispado salvadoreño.
Una vez realizada la Independencia de Centroamérica, el dominio político de Guatemala sobre San Salvador había disminuido, pero en lo religioso aún permanecía. Desde 1810 existía la aspiración de los salvadoreños de erigir un Obispado en la provincia —que tenía la calidad de vicaría a través de la petición de José Ignacio Ávila ante las Cortes de Cádiz, la cual no había prosperado. Ese propósito era una manifestación del nacionalismo salvadoreño, y una medida que tendía a hacer más débiles los vínculos con la capital del Reino.
La Asamblea Constituyente de Centro América se declaró sobre el asunto, estableciendo que era a la nación centroamericana a quien correspondía el derecho de presentación para las prelacías, y no a ningún Estado en particular, aunque dejaba la posibilidad de acordar los nombramientos con la Santa Sede, situación de la que los salvadoreños no esperaban ser beneficiados a corto plazo.[ ]Por ello, el 27 de abril de 1824 el gobierno salvadoreño ignoró cualquier decisión y decretó la erección del Obispado de San Salvador y al Presbítero José Matías Delgado como su obispo.[] Tras la aprobación del Gobierno, el día 5 de mayo el Congreso Constituyente de El Salvador ratificó la decisión; por lo que Delgado asumió el cargo el día seis.
El Papa León XIII no veía con simpatía la independencia de América y el arzobispo de Guatemala, Fray Ramón Casaus y Torres, era monárquico. Al final el papa decidió sobre el asunto el 13 de agosto de 1826. En tres breves, fechados el 1 de diciembre de ese año, en uno de ellos dirigido a Delgado, expresó que la erección de la sede episcopal era ilegítima y de ningún valor, y amenazó con la excomunión al padre Delgado.
El problema del obispado se resolvió en 1843 cuando el Papa Gregorio XVI estableció la diócesis de San Salvador y nombró obispo a Monseñor Jorge Viteri y Ungo.

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