Durante las reuniones de la Asamblea Nacional Constituyente, los
diputados José Matías Delgado, José Francisco Barrundia y Mariano Gálvez,
propusieron la abolición de la esclavitud. La discusión decisiva de este asunto
se llevo a cabo en la sesión del 31 de diciembre de 1823, cuando el diputado
salvadoreño Doctor y Presbítero José Simeón Cañas pronunció el discurso que le
hiciera famoso.
La cuestión del obispado salvadoreño.
Una vez realizada la Independencia de Centroamérica, el dominio
político de Guatemala sobre San Salvador había disminuido, pero en lo religioso
aún permanecía. Desde 1810 existía la aspiración de los salvadoreños de erigir
un Obispado en la provincia —que tenía la calidad de vicaría a través de la
petición de José Ignacio Ávila ante las Cortes de Cádiz, la cual no había
prosperado. Ese propósito era una manifestación del nacionalismo salvadoreño, y
una medida que tendía a hacer más débiles los vínculos con la capital del Reino.
La Asamblea Constituyente de Centro América se declaró sobre el
asunto, estableciendo que era a la nación centroamericana a quien correspondía
el derecho de presentación para las prelacías, y no a ningún Estado en
particular, aunque dejaba la posibilidad de acordar los nombramientos con la
Santa Sede, situación de la que los salvadoreños no esperaban ser beneficiados
a corto plazo.[ ]Por ello, el 27 de abril de 1824 el gobierno salvadoreño
ignoró cualquier decisión y decretó la erección del Obispado de San Salvador y
al Presbítero José Matías Delgado como su obispo.[] Tras la aprobación del
Gobierno, el día 5 de mayo el Congreso Constituyente de El Salvador ratificó la
decisión; por lo que Delgado asumió el cargo el día seis.
El Papa León XIII no veía con simpatía la independencia de América
y el arzobispo de Guatemala, Fray Ramón Casaus y Torres, era monárquico. Al
final el papa decidió sobre el asunto el 13 de agosto de 1826. En tres breves,
fechados el 1 de diciembre de ese año, en uno de ellos dirigido a Delgado,
expresó que la erección de la sede episcopal era ilegítima y de ningún valor, y
amenazó con la excomunión al padre Delgado.
El problema del obispado se resolvió en 1843 cuando el Papa
Gregorio XVI estableció la diócesis de San Salvador y nombró obispo a Monseñor
Jorge Viteri y Ungo.
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